Serie Diablo IV Acto II: Doble giro de cuchillo

¡Santuario nos espera! Hoy toca seguir la serie de Diablo IV con el Acto II: «Doble giro de cuchillo». Y antes de sumergirnos en eso, dejo el enlace al anterior: Acto I: «Una fe fría y férrea».

Acto II: Doble giro de cuchillo

Serie Diablo IV Acto II Yorin Astaroth

Partimos hacia Scosglen a encontrarnos con el viejo compañero de Lorath, Donan… pero Lilith se nos adelantó. Nuestra enemiga lo visitó para sacarle el lugar donde tenía sellado a Astaroth, el demonio que él y dos druidas vencieron en el pasado. Cuando el antiguo Horadrim rechaza ayudarla, ella marcha a probar suerte con dichos aliados.

Solo nos queda seguir sus pasos y la primera parada es Braestaig, donde nos ponen sobre la pista de Airidah, una de las heroínas que derrotaron al demonio. En esa misión nos acompaña Yorin, el hijo de Donan, al que conocemos un poco más. Sin embargo, llegamos tarde de nuevo; Airidah se dejó convencer por los ideales de Lilith, pero promete respuestas si la vencemos en combate.

El segundo druida es Nafain, quien desaprobaba la presencia de los caballeros de la Catedral que Donan trajo a Scosglen. Su odio hacia ellos permitió a Lilith manipularlo antes de que lo alcanzáramos. Lo encontramos derrotado y moribundo, ensartado en un árbol entre la corrupción del lugar. Lo único que podemos hacer por él es acabar con sus miserias.

En definitiva, tanto Airidah como Nafain otorgaron a Lilith lo que buscaba: la ubicación donde está sellado Astaroth. La demonio acude, ofreciéndole libertad y venganza entregándole a Yorin, el hijo de su antiguo enemigo al que previamente capturó. Cuando él acepta, Lilith clava la piedra de alma en la frente de Yorin, renaciendo el Duque Carbonizado en el cuerpo del joven. Aunque conseguimos derrotarlo, no logramos salvar al hijo de Donan… para desesperación del pobre hombre.

Opinión general

Un capítulo quizá infravalorado, pero bastante satisfactorio a nivel argumental. A pesar de ser cortito solo centrándonos en la historia principal, ese aire de tragedia que respiramos durante nuestro viaje por Scosglen refleja toda la esencia de la saga. El sabor a derrota queda patente a cada paso que damos, una sensación apropiadísima para los inicios de una aventura de fantasía oscura.

De pasó, engrandece todavía más a Lilith como villana principal con cada evento y cinemática. También nos presenta a Donan, uno de los mejores protagonistas del juego. ¡Empecemos por ahí!

La víctima del episodio

Serie Diablo IV Acto II Donan Scosglen

Viejo. Harto. Siempre luchando por estar a la altura de tu legado.
[…]
Qué frágil te has vuelto… Puedo convertirte en el héroe que fuiste.

Lilith, tratando de seducir a Donan

Quizá sea poco llamativo por su apariencia, ya que este tipo de personajes más realistas no se llevan últimamente, pero opino que Donan es el ejemplo perfecto de cómo presentar un gran personaje para la saga. Un Horadrim retirado que intentaba vivir la vida que deseaba, pero le arrebataron a su mujer y nosotros somos testigos de cómo Lilith acabó con lo que más quería: su hijo.

A mí el tipo me parece alguien admirable. No solo por ser un mago muy hábil o rechazar a Lilith; especialmente por su determinación al mantener oculto y sellado al demonio Astaroth bajo su fortaleza de Eldhaime. Abandonado por sus viejos aliados, cargó él solo con una enorme responsabilidad y se mantuvo firme a pesar de todo, por muchos años que pasaran.

Sin embargo, Santuario jamás es un lugar justo. Su resolución de resistirse a Lilith acabó pagándola con la vida de Yorin, un hijo al cual adoraba y sobreprotegía. Además, parte de la culpa de esto último fue de sus viejos aliados, quienes traicionaron sus principios y acabaron dándole a la demonio lo que quería, destrozando todo lo que lograron en el pasado.

En resumen, el capítulo nos muestra la forma en que el mundo de Donan cae a pedazos. Una triste dosis de realidad reflejando que, a veces, las buenas personas y sus acciones no tienen porqué ser bien recompensadas. De hecho, a nuestro protagonista le ocurre todo lo contrario y le toca recuperarse de golpes emocionales tremendos que derrumbarían a cualquiera para siempre.

Consolidando a la villana

Te propongo algo. Me permitirás el paso a un lugar en el que ya no soy bienvenida. A cambio, te daré libertad. Y más… La progiene de Donan. Su mayor orgullo. Tu retribución.

Lilith pactando con Astaroth para llevar a cabo su plan

Me encanta Lilith y ella lo reafirma con cada una de sus apariciones o acciones fuera de cámara. Suele mostrarse como una villana más ambigua en su maldad y persigue sus objetivos sin importar a quién se lleve por delante. Pese a ello, aquí sus intereses pasaban por destrozar a Donan en beneficio de Astaroth y lo cierto es que se regodea con dicha crueldad. Pero tampoco se entretiene demasiado.

Además, todavía la presentan como una rival todavía inalcanzable; siempre va dos pasos por delante de nosotros y ni siquiera somos lo suficiente relevantes como para dedicarnos su atención, sintiéndonos impotentes ante sus actos. Me parece una forma genial de representar su superioridad, construyéndola mejor como la antagonista durante juego, más allá de que conociésemos su trasfondo.

Sus cinemáticas son exquisitas, como siempre, especialmente la que comparte con Yorin clavándole la piedra de alma en la cabeza. Sin embargo, yo me quedo con lo que consigue tras el foco, convenciendo a los druidas para que colaboren a base de pura manipulación. Ahí está la grandeza de esta villana, que no depende solo de su poder bruto y en parte por eso es mi favorita de la saga.

Los motivos de Airidah para aceptar a Lilith tienen cierta dosis de realidad: la gente se acomoda rápidamente a la paz y no está preparada para los conflictos del futuro en un mundo como Santuario. Por parte de Nafain, simplemente utilizó su justificado odio hacia la Catedral en beneficio de su causa. Tenía las piezas necesarias y solo debía jugarlas de la mejor forma. ¡Y lo hizo!

El Duque Carbonizado

Serie Diablo IV Acto II Astaroth Yorin

Te llamaba… Lloró hasta que sus lágrimas fueron llamas.

Astaroth, breve y conciso, hurgando en la terrible pérdida de Donan

Quería acabar resaltando al primer gran villano que enfrentamos en el juego, pues ese bicho que deja Lilith en el acto I no merece dicho puesto. Astaroth es intimidante, de pocas pero bien elegidas palabras, tiene una voz potente y una presencia bestial poseyendo el cuerpo de Yorin y montado en la amalgama de odio.

Quizá salga muy poco, pero el papel del Duque es esencial para el plan de habilitar el paso a la hija del Odio en el reino de su padre, allá en el Infierno. También me gusta que nos cuentan un poco su trasfondo en Scosglen y cómo fue encerrado por Donan y compañía, generándole una sed de venganza de la que Lilith acaba aprovechándose.

Para mí, este tipo de villanos más directos tienen su encanto cuando son secundarios y lo pondría a la altura de enemigos icónicos como lo eran Andariel en Diablo II o el mismo Azmodan en la tercera parte. Ignoro si su rol quedará ahí o nos lo volverán a poner en frente, todavía más poderoso e influyente. ¡El potencial está ahí!

Conclusiones

Serie Diablo IV Acto II Astaroth amalgama de odio

Un muy buen episodio, breve pero intenso; dio bastante contenido de valor para reflexionar sobre sus aspectos más importantes. En realidad, podría haberse expandido utilizando los trasfondos de Airidah y Nafain, dos druidas grises de los que sacar pequeñas tramas hasta su inevitable caída. En especial la mujer, con esas ideas que encajan tanto en Santuario.

Lilith, Donan y Astaroth nos dieron muy buenos momentos y yo atesoro cada escena de la hija del Odio. Aunque el Duque Carbonizado no siga mucho más allá, los otros dos continuarán siendo imprescindibles para el buen funcionamiento de la historia. ¡Pobre Donan!… Pero de eso seguiremos hablando en próximas entradas.

Lo dejaremos aquí por hoy, que ya es hora de abandonar Scosglen y viajar a las Estepas Adustas. ¡Nos veremos en el siguiente, el Acto III: La creación de los monstruos!

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